miércoles, 4 de agosto de 2010

La Coma Desplazada

No hay justo, ni aun uno.


Romanos 3:10.



Yo deshice como una nube tus rebeliones,

y como niebla tus pecados.

Isaías 44:22.


Se cuenta que un ministro de justicia presentó a su rey un pedido de gracia, es decir, un indulto, solicitado por un hombre condenado a una larga pena de prisión. Bajo el texto de la solicitud, el ministro había escrito: «Gracia imposible, retener en la cárcel».



El rey leyó atentamente el pedido de remisión de la pena, tomó la pluma y desplazó la coma hacia la palabra anterior, lo que dio la siguiente frase: «Gracia, imposible retener en la cárcel»; y el rey agregó: «Aprobado» y firmó el escrito. Así el condenado fue indultado y liberado.



Quizás usted no esté bajo el peso de semejante condena, pero es un pecador como yo, y por esta razón es culpable ante Dios. El veredicto de Dios es inapelable: todos pecaron, todo el mundo es culpable ante Dios (Romanos 3:10, 19). Pero he aquí la maravillosa noticia: podemos ser “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús… por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:24-25).



El rey había desplazado la coma y por eso el hombre fue indultado, pero no por ese motivo pasó a ser justo.



Dios hizo mucho más que esto. Indultarnos le costó un precio inmenso: dio a su amado Hijo quien, cargado con nuestros pecados, soportó el castigo bajo el juicio divino. Desde entonces la justicia de Dios está satisfecha y nosotros, los que creemos, somos salvos: “La sangre de Jesucristo… nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).

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