martes, 10 de agosto de 2010

Salmo 112(111),1-2.5-6.7-8.9.

¡Aleluya! Feliz el hombre que teme al Señor y se complace en sus mandamientos.


Su descendencia será fuerte en la tierra : la posteridad de los justos es bendecida.

Dichoso el que se compadece y da prestado, y administra sus negocios con rectitud.

El justo no vacilará jamás, su recuerdo permanecerá para siempre.

No tendrá que temer malas noticias : su corazón está firme, confiado en el Señor.

Su ánimo está seguro, y no temerá, hasta que vea la derrota de sus enemigos.

El da abundantemente a los pobres : su generosidad permanecerá para siempre, y alzará su frente con dignidad.

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