He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he prometido.” (Gn.28:13-15)
¿Qué hacer si alguien está deprimido?
Dijo el venerable Juan Pablo II
"ayudarles a percibir la ternura de Dios, integrarlos en una comunidad de fe y de vida donde puedan sentirse acogidos, comprendidos, sostenidos, en una palabra, dignos de amar y de ser amados. Para ellos, como para cualquier otro, contemplar a Cristo y dejarse "mirar" por él es una experiencia que los abre a la esperanza y los impulsa a elegir la vida (cf. Dt 30, 19)."
En su amor infinito, Dios está siempre cerca de los que sufren. La enfermedad depresiva puede ser un camino para descubrir otros aspectos de sí mismos y nuevas formas de encuentro con Dios. Cristo escucha el grito de aquellos cuya barca está a merced de la tormenta (cf. Mc 4, 35-41). Está presente a su lado para ayudarles en la travesía y guiarlos al puerto de la serenidad recobrada.
Presentar ejemplos y experiencias positivas
El fenómeno de la depresión recuerda a la Iglesia y a toda la sociedad cuán importante es proponer a las personas, y especialmente a los jóvenes, ejemplos y experiencias que les ayuden a crecer en el plano humano, psicológico, moral y espiritual. En efecto, la ausencia de puntos de referencia no puede por menos de contribuir a hacer que las personalidades sean más frágiles, induciéndolas a considerar que todos los comportamientos son equivalentes. Desde este punto de vista, el papel de la familia, de la escuela, de los movimientos juveniles y de las asociaciones parroquiales es muy importante por el influjo que esas realidades tienen en la formación de la persona.
El papel de las instituciones públicas también es significativo para asegurar condiciones de vida dignas, en especial a las personas abandonadas, enfermas y ancianas. Igualmente necesarias son las políticas para la juventud, encaminadas a dar a las nuevas generaciones motivos de esperanza, preservándolas del vacío y de las peligrosas formas de colmarlo.
Auxilio de la Iglesia
Cabe aclarar que no es solo la Iglesia los sacerdotes, la Iglesia somos todos, por tanto todos podemos ayudar. Nuestras oraciones son importantes para que Dios ayude al deprimido a ver su Luz y saberse amado.
Oración y ayuno. Eso ayudara al deprimido.
La Sagrada Escritura nos da muchas citas sobre este tema, una que de manera personal me gusta mucho es la siguiente:
Mateo 6
25.«Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26. Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? 27. Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? 28. Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. 29. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. 30. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? 31. No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? 32. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
33. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Fácil de decir, difícil de hacer.
Pero, Jesús no nos dijo que todo sería fácil ¿verdad?
Dios sabe perfectamente que es lo mejor para nosotros, y nos lo da siempre. Muchas de las veces cuando estamos bajo presión nos desesperamos y preguntamos:
“¿Por qué Señor?” pero la verdadera pregunta debe de ser
“¿Para qué Señor?”
Y con base a este entendimiento con mayor profundidad podremos entender mejor, aceptar Su decisión y ofrecer nuestro sufrimiento junto con la Pasión de Nuestro Señor por alguna causa noble.
El reto como siempre es tener la Fe de al menos el tamaño de un grano de mostaza.
No le digas a Dios que tan grandes son tus problemas, dile a tus problemas que tan grande es Dios.
Dile a Jesús que deseas conocerle profundamente y da los pasos necesarios para que El se te revele y actué en ti. Escucha Su Palabra (lee los Evangelios). Haz una buena confesión. Vete a misa y recibe a Jesús AL MENOS cada domingo. Comienza a pensar en EL MÁS que en ti mismo. Obedécele en Todo.
Este mundo está en la oscuridad y tu has sido llamada para brillar con la luz de Cristo. Tienes por el bautismo una misión de ser testigo del amor de Dios.
Es hora de renunciar al miedo. No siempre te vas a sentir bien. No importa. Los sentimientos pasan. Cristo, es la verdad, el mismo ayer, hoy y siempre.
¿Sigues deprimido? ¿Qué esperas? .
Vete a ver al Santísimo Señor Jesús que se encuentra en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Sagrada Eucaristía.
ORACIÓN PARA UNA VISITA
¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.
Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?
Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.
Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.
No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.
Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.
Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.
Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.
Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.
Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. Oh Jesús, que deseo ser tuyo. Amén.
Fuentes:
Catecismo católico
Corazones.org
Devocionario.com
Innatia.com
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