la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1.
La Diferencia entre Creer y Saber
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Aún hoy oigo la voz de mi maestro preguntándome: –¿Dónde se halla Nápoles? Contesté vacilando: – Creo que en Italia. –Creer se cree en la iglesia, pero aquí tienes que saber, repuso el maestro.
En algo él tenía razón: se cree cuando uno «está en la iglesia», pero no sólo allí es necesario creer. El creyente debe tener fe, siempre y en todas partes. No sólo cuando se halla reunido como iglesia, sino también en el trabajo, en la familia y en todas las circunstancias de la vida. Quien limita su fe a un lugar de congregación hace de ella una fe muerta. Al contrario, una fe viva es un poder de gran dinamismo para toda la vida.
Pero mi maestro aún pensaba en otra cosa. Quería mostrarme la diferencia entre creer y saber. Por mi respuesta él pudo notar que yo no estaba seguro de lo que le contestaba. En el uso diario del idioma empleamos la palabra creer para subrayar nuestra incertidumbre. Cuando se pregunta: ¿Está mejor el paciente? La respuesta: Creo que sí, expresa una duda.
En cambio en el sentido bíblico la palabra creer significa lo contrario, es decir, saber con certeza y confiar plenamente. Cuando podemos decir: Creo en Dios, confío en Él y en su Palabra, entonces triunfamos, es la victoria sobre toda duda. Y porque confiamos en Él, sabemos con seguridad que Él hace lo que dice y cumple sus promesas. Dios nunca nos engaña. Todo aquel que tiene incertidumbres, inquietudes y dudas debe buscar tranquilidad en Dios y creerle a él y a su Palabra. ¡De verdad se puede confiar en Dios!
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