lunes, 30 de julio de 2007

Las demoras de Dios

Lectura: Habacuc 1:12-2:3
Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que Él me dice. -Habacuc 2:1

Me es difícil esperar. Quiero respuestas ahora. Las postergaciones me dejan perplejo; los aplazamientos me amilanan. Las demoras de Dios me desconciertan, y me pregunto por qué y cuándo. «¿Cuánto tiempo, oh Señor?» El profeta Habacuc también quería respuestas, pero Dios eligió tomarse Su tiempo. «Estaré en mi puesto de guardia . . . para ver lo que [Dios] me dice», escribió Habacuc (2:1). «Porque es aún visión para el tiempo señalado -respondió Dios- espérala; porque ciertamente vendrá» (v.3).

La fe nunca se rinde. Sabe que, a pesar de las apariencias, todo está bien. Puede esperar sin señales o sin indicios significativos de que Dios está obrando, porque está segura de Él. «Cada demora está perfectamente bien, por cuanto nos encontramos en las manos seguras de Dios», dijo Madame Guyon (1648-1717).

Nosotros también debemos aprender a ver cada demora como si estuviera «perfectamente bien». Las postergaciones son razones para orar en vez de serlo para desarrollar ansiedad, impaciencia y molestia. Son oportunidades para que Dios forme esas cualidades imperecederas pero difíciles de adquirir como la humildad, la paciencia, la serenidad, y la fortaleza. Dios nunca dice «espera un rato» a menos que esté planeando hacer algo en nuestra situación -o en nosotros. Él espera para mostrar Su gracia.

Así que, ¡ánimo! Si la respuesta de Dios demora, «espérala; porque ciertamente vendrá». -DHR
Dios estira nuestra paciencia para agrandar nuestra alma.

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