lunes, 3 de septiembre de 2007

Le permites a Jesús derribar ese Mercado que llevas en su templo

San Juan 2.13-16
2.13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
2.14 Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
2.15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
2.16 y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»

Buenas tardes Jesús subía a Jerusalén después de haber estado en las Bodas de Caná y haber realizado el milagro de la conversión del agua en vino, que dicho sea de paso fue el primer milagro que hizo Jesús, y cual fue la sorpresa que se llevó; increíblemente encontró en la casa de Dios, en el Templo un montón de mercaderes, que vendían y cambiaban animales, pieles y alimentos por dinero y otros bienes. Ya sabemos que eso causó desagrado a Jesús y haciendo un látigo de cuerdas los echó a todos fuera del Templo, tomó las mesas de los cambistas y las derribó, las echó al suelo, pero dentro de su enojo mantenía la ecuanimidad, mantenía esa paz y serenidad que solo Dios puede producir en una persona, y es que imagínate como habrías reaccionado tu si llegas a tu casa y encuentras que es una venta de garaje y no sabias nada, si llegas y encuentras a unos vendiendo lo que tienes dentro de la casa, seguro te enfadarías bastante y solo Dios sabe como reaccionaríamos, pero no sería de muy buena manera. Y así le sucedió a Jesús, El tiene bien claro el respecto que se debe mantener en la casa de Dios, en la casa de su Padre y le entraron unos celos terribles porque no era la voluntad de Dios el que el Templo, su casa se convirtiera en un mercado.

Ahora ponte a pensar el celo que debe sentir el Señor al saber que el templo del Espíritu Santo que es nuestro cuerpo se esta convirtiendo cada día que pasa en un mercado, en un constante cambio, vendo y compro, en un desastre que no es agradable al Padre, te puedes imaginar el celo que siente Jesucristo en este momento al saber que no estamos respetando su templo, su casa, su morada en nuestro ser, que terrible sensación debe experimentar al verse impotente de hacer lo mismo que hizo en el Templo con los mercaderes y cambistas, que impotencia debe sentir al saber que sin tu permiso, que sin mi permiso no puede entrar y botar todo ese mercado que llevamos dentro. Y es que nuestro templo cada vez se esta olvidando del respeto, de la misericordia y amor de Dios para con nosotros y lo estamos echando al olvido, lo estamos haciendo a un lado de nuestra vida, por vivir la vida loca como dice la canción popular de Ricky Martin.

Mi amigo(a) tu eres un templo de Dios y como tal debes conservarte puro, limpio, renovado, restaurado constantemente para que el Señor no te vea como ese mercado que se estaba generando en el Templo en Jerusalén, para que no tenga que derribarte como hizo con las mesas de dinero de los mercaderes y cambistas, pero para que el Señor nos vea con agrado; para que el Señor nos vea como ese hermoso templo en el que su Espíritu puede morar tranquilamente debemos poner de nuestra parte. Sí debemos hacer un alto en el camino y detenernos a mirar si nuestro templo es un completo mercado, si pasan las cosas de un lado para el otro, si estamos cambiando el amor que Dios nos ofrece por un bien material, si estamos vendiendo la misericordia y la gracia de Dios por un auto nuevo, por dinero extra, por el alcoholismo, por las drogas, por el adulterio, por la fornicación, por el odio, el resentimiento, la envidia, en rencor, la depresión, la amargura, la tristeza o el dolor y la enfermedad.

Debemos ponernos a pensar si estamos comprando vida terrenal y el pago es la paz que solo produce el Señor, si estamos pagando con la fidelidad de Dios, lo que quiere decir que nos estamos quedando en bancarrota celestial por volvernos millonarios terrenalmente hablando, porque ya tu y yo sabemos que los únicos tesoros que debemos acumular aquí en la tierra son los espirituales, porque los bienes materiales y de esta tierra no nos servirán de nada en el reino de los cielos y mucho menos en el reino de las tinieblas, no dudes que el Señor es celoso con lo que le pertenece, pero no malinterpretes esos celos, porque así como los padres son celosos con sus hijos y los cuidan para que no les vaya a pasar nada, mucho mas cuidadoso y celoso es nuestro Padre Celestial, y El siempre se preocupa por lo que les pueda pasar a sus hijos(as), solo que como El es un perfecto caballero en algunas oportunidades nos permite hacer las cosas por nuestra propia cuenta para que descubramos que estamos equivocados y recurramos nuevamente a El.

Así que piensa por el amor que te tiene Cristo Jesús en como esta tu templo, en como estas cosechando los bienes que puedes utilizar en el reino de los cielos, piensa en como puedes mantener esa paz, misericordia y amor que solo Dios te pueden dar para vivir; piensa en como puedes vivir para agradarle al Señor y que no vaya a entrar a tu templo y derribe todo el mercado que no le agrada, tu y yo tenemos la respuesta para agradarle a Dios y que nuestro templo no se convierta en un verdadero mercado, sino que se convierta en esa morada que necesita el Espíritu de Dios para mostrarte la gloria de Dios Padre, sigue adelante y ve cambiando ese mercado que tenemos en algunas ocasiones por el amor y la fidelidad de Cristo Jesús.

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