jueves, 8 de abril de 2010

PAPA RECONOCIO RESPONSABILIDAD Y PIDIO PERDON

El papa Benedicto XVI reconoció la responsabilidad de la Iglesia católica por los abusos cometidos por sacerdotes y religiosos pedófilos en Irlanda y manifestó su “vergüenza” en una carta divulgada este sábado en la que condena la actitud del episcopado de ese país.




En la carta, dirigida a los católicos de Irlanda y divulgada por el Vaticano, el Papa lamenta el sufrimiento causado a las víctimas de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes durante décadas en ese país y encubiertos por las autoridades eclesiásticas.



Si bien dirigida a los católicos irlandeses, la carta constituye el primer documento de un pontífice sobre un tema tan delicado y traza las líneas que la jerarquía de la iglesia católica adoptará frente al grave fenómeno que afecta a otros países del viejo continente.



En la misiva, el jefe de la iglesia anunció también que los responsables serán juzgados “por Dios y la justicia” ordinaria.



“Sé que nada podrá cancelar lo que han sufrido”, escribió el Papa dirigiéndose a las víctimas, tras manifestar a nombre de toda la Iglesia “la vergüenza y el remordimiento que sentimos”.



Frente a la gravedad de los hechos, las autoridades de la iglesia irlandesa “no respondieron en forma adecuada”, subraya el Papa, quien anunció “visitas”, es decir inspecciones, a las diócesis, los seminarios y noviciados involucrados.



“Se debe admitir que fueron cometidos errores de evaluación y que hubo faltas de gobierno”, escribió el Papa en el capítulo dedicado a “los hermanos obispos”, buena parte de ellos acusados de haber encubierto por años cientos de casos de pedofilia.



La carta será leída el domingo en todas las parroquias irlandesas e insta a los acusados a cumplir un “arrepentimiento sincero”, con “oraciones y penitencias por aquellos que han ofendido”.



En el documento, tildado de excepcional por muchos expertos y observadores de asuntos del Vaticano por la “autocrítica” pronunciada por el mismo pontífice, Benedicto XVI anuncia que los culpables “responderán ante Dios y ante los tribunales debidamente constituidos” y ofrece además entrevistarse con las víctimas.



“La justicia de Dios exige que le rindamos cuentas de nuestras acciones sin esconder nada. Hay que reconocer abiertamente la culpa y someterse a las exigencias de la justicia”, escribió.



“La purificación interior debe preceder y no excluir la justicia terrena”, explicó.



Benedicto XVI anunció también iniciativas para la “curación y la renovación” de la Iglesia irlandesa y acusó a los sacerdotes y religiosos de haber causado un “inmenso daño” a la institución y a la percepción que la gente tiene “del sacerdocio y de la vida religiosa”.



Frente a las víctimas, el Papa reconoce que “es comprensible que les quede difícil perdonar o reconciliarse con la Iglesia” y que “algunos tengan dificultad para entrar a una iglesia”.



La carta del pontífice deberá repercutir en los otros países afectados por los escándalos de pedofilia, entre ellos Alemania, el país de nacimiento del Papa, donde se han multiplicado las denuncias en los últimos dos meses, así como en Holanda –donde hay 1.100 denuncias de abusos– Austria, Suiza e inclusive Brasil, España e Italia, con varios casos denunciados esta semana.



En la misiva, de siete páginas, divulgada en inglés e italiano, el Papa no anuncia medidas jurídicas o administrativas, explicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, en una conferencia de prensa.



Las reacciones en Irlanda a la carta son contradictorias. Mientras el máximo responsable de la iglesia local, el cardenal Sean Brady, la considera el “inicio de una gran temporada de renacimiento y esperanza”, las asociaciones de víctimas la han criticado duramente.



Para Survivors of Child Abuse (supervivientes de abusos a menores) el documento papal deja muchas cuestiones sin respuesta.



A su vez, la asociación estadounidense de defensa de víctimas de curas pedófilos (SNAP) criticó la carta de Benedicto XVI, porque “envía palabras cuando se espera de él que actúe (…) ignora el sufrimiento y la agonía cuando se necesita una auténtica curación, y no sólo palabras”.

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