Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Jn. 1.7.
Dios es luz y el pecado tinieblas. El pecado es algo que nos mancha y afecta nuestra relación con Dios. Él lo sabe y por tanto ha provisto la Sangre de Cristo como único agente limpiador. Como hijos de Dios, ya no practicamos el pecado, pero en ocasiones la carne nos hace tropezar y nos ensuciamos.
Jose, cuando eso te suceda, confiesa tu pecado de inmediato, para que Dios, que es fiel y justo te perdone y te limpie de toda maldad. 1 Jn. 1.9. ¡Permite que su Sangre te lave, para andar en la luz de Dios!
Señor Jesús: Gracias por tu Sangre. Padre, límpiame hoy de cualquier pecado que haya cometido. (Tómate un tiempo para reconocerlos y confesarlos, y recibe su perdón y limpieza).
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario