viernes, 25 de diciembre de 2015

San Francisco solitario Con la época navideña, recordamos que fue San Francisco de Asis fue quien propuso el homenaje del Niño Jesús a través de los pesebres.

Y la imagen más característica del santo en Bogotá, es esa que está a los pies de la iglesia de la Porciúncula, una triste imagen en el costado de la capilla en el sector de Chapinero, en plena calle 72 con carrera 11. Una figura en bronce, de un hombre barbado, mirando al cielo con expresión de dolor, con un hermano lobo que lo acompaña y la gran ausencia del venado, que era su otro fiel compañero. 
San Francisco, que es recordado como el patrón de los animales, del que se creó un poema donde él habla del hermano sol y la hermana luna, y alaba a todos los seres de la creación divina, quedó hace ya varios meses solo. Uno de esos extraños malhechores, que como decimos coloquialmente se roban hasta un hueco se llevó al hermano ciervo. 
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Y desde ese momento, el santo quedó triste y abandonado, apoyado por el lobo, que Dios quiera lo proteja de esas criaturas humanas, que no tienen ningún remordimiento y que tan solo se preocupan en robar unos kilos de metal, para fundirlos y quien sabe en que convertirlos, por cualquier peso de más. 
Mientras las iluminaciones por las calles de Bogotá y los árboles de Navidad, esos pinos inmensos decoran vías y casas, los pesebres van desapareciendo. Y aunque el San Francisco de la 72 permanece a los pies de la iglesia, si produce tristeza ver arrancada del monumento la estatua que componía el poema y daba valor al protector de los animales. 
Tal vez ya no le quedan días a nuestro alcalde Petro, quien se ofreció como el gran animalista para que apoye a los franciscanos y en conjunto recuperen la escultura más simbólica de la protección a los animales. 
Mientras tanto en Bogotá, en parques y avenidas, los monumentos y esculturas continúan necesitando mantenimiento. Especialmente en el centro, la Rebeca, los Bolívares, el del parque de los periodistas y el de la plaza central, y en muchos barrios, se busca que el gobierno distrital, que las entidades de conservación mantengan, día tras día, bustos y figuras de cuerpo entero que tienen toda una tradición y una memoria que en muchos casos desconocemos. 
Sería interesante que en los colegios se diera una cátedra para que los niños conocieran las historias que encierran las esculturas que de uno y otro costado adornan la ciudad. Tal es el caso de un periodista que se inventó un café en el centro de la ciudad, en la cuarta con Jiménez, donde elaboró una serie de figuras que recuerdan a los locos de la ciudad, quienes eran especialmente reconocidos antes de mediados del siglo pasado: la loca Margarita, el bobo del tranvía, Pomponio y el Negro Chivas.

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